Sáb. Abr 27th, 2024

Libro. La “sobriedad” hizo una entrada notable en el debate público durante el año 2022. Según Bruno Villalba, profesor de ciencias políticas en AgroParisTech, la operación había sido cuidadosamente considerada. Dos años después de haber intentado deslegitimar esta noción, burlándose de la «patrón amish», Emmanuel Macron cambia de estrategia en el contexto de la campaña presidencial. Su objetivo ahora es aprovechar este término para desactivar su carga crítica. Hace entonces de la sobriedad, asimilada al simple sentido común, un imperativo para optimizar el consumo de energía, sin constricción del sector comercial ni reflexión sobre las necesidades. Es contra este discurso ahora dominante que se escribe Políticas de sobriedad.

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Desde principios de la década de 1970, la idea de la sobriedad ha sido un tema de lucha. A menudo presentado como una simple herramienta para la eficiencia energética, también es el punto de apoyo de un profundo cuestionamiento de la modernidad industrial. Es este último planteamiento el que busca rearmar Bruno Villalba, siguiendo a Jacques Ellul, Bernard Charbonneau, Ivan Illich o André Gorz.

Frente a cualquier uso performativo del término, su enfoque pretende ser materialista y «consecuencialista» : cualquier política real de sobriedad debe examinar no las intenciones y los discursos, sino las consecuencias materiales de nuestras acciones. Es el caso, por ejemplo, de las energías «verdes», del reciclaje, digitales o nucleares, que son objeto de un capítulo dedicado a «lógicas de innovación y eficiencia». En vista de sus consecuencias a medio y largo plazo, se trataría sólo de un discurso performativo destinado a “mantener viva la promesa de la abundancia”.

racionalidad de reloj de arena

Rechazar tales ilusiones es necesario en un momento en que los parámetros de la política están siendo redefinidos por nuevos límites. Límites planetarios, primero, ligados a la fragilidad de los equilibrios climáticos y ecológicos. Límites temporales, pues: la idea de un tiempo histórico lineal, de un progreso indefinido, ha dado paso a una racionalidad del plazo o del reloj de arena, en la que es necesario actuar con rapidez y contundencia para poder limitar la magnitud de un desastre ya irreparable.

Este definitivamente no es un libro para sentirse bien. que este La sobriedad, para Villalba, es ante todo un aprendizaje en «renuncia». Este último no pasa por una politización de “negativos comunes”como en el libro reciente de Alexandre Monnin, Politizando la renuncia (Divergencias, 160 páginas, 15 euros), publicados al mismo tiempo, sino a través de una transformación interior: nunca es demasiado tarde para eliminar las ilusiones de la abundancia, el productivismo y el consumismo.

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