Dom. Abr 21st, 2024

Si alguna vez lo tuviste cerca, a tres palmos, con el azul crudo de los ojos taladrando cuanto mira, entiendes que en la obra de Richard Serra anide algo que puede ser a un tiempo subversivo y amargo, eficaz y confuso, una energa fulminante como un garrotazo, una fuerza extrada del siete del rayo. Calvo, gil, con un cuaderno de anotar siempre entre las manos, preferiblemente vestido de negro, serio, nervioso y fascinante. As estaba en el mundo Richard Serra. Ha fallecido a los 84 aos en Orient (estado de Nueva York), un territorio de 709 habitantes.

Richard Serra es un estadounidense nacido en 1938 y en San Francisco. Hijo de un mallorqun y de una rusa de Odessa. Eso otorga una situacin estratgica para aterrizar en la vida. La singularidad, ms que un don, la trae de serie. Su padre trabaj en los astilleros de la ciudad. Serra creci asistiendo al espectculo de las culebrinas de las soldaduras.

Comenz los estudios por otro lado: hizo la carrera de Literatura en la Universidad de California, en Berkeley y Santa Brbara (entre 1957-1961). Pero regres al metal de su infancia de un modo imprevisto. Para financiarse la juventud en la costa oeste encontr trabajo en una acerera, recobr aquellas experiencias de infancia junto al padre, donde comenz todo, y quiso emplear la vida domando metales. El fuego a mil y el zumo metalrgico de los crisoles le fueron sobando los cantos del corazn. Richard Serra cambi el timn de golpe y se ech a estudiar Arte en la Universidad Yale (1961-1964). Arranc en la dcada de los 60 su aventura de pintor, principalmente. Hoy es uno de los escultores ms poderosos entre los de veta brava del pasado siglo. Probablemente el ms influyente en el trabajo con el metal, junto a Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, David Smith, Alexander Calder o Henry Moore.

En cuanto tuvo unos dlares reunidos escap a Pars y a Italia. Cumpli con la liturgia del pimpollo americano de los aos 60, que buscaba la purificacin con hambre y vino malo en Europa. Comenz pintando, pero al visitar el estudio de Constantin Brancusi, aquel mozo de risa corta nacido del big bang de dos sangres distintas, peg un volantazo y se empe en levantar estructuras que rompieron moldes, perspectivas y escalas por su desafo. Me cambi la forma de mirar, deca. Dentro de una de sus esculturas queda pulverizada la frgil seguridad del espectador, como si fuera a despearse en cualquier momento por un acantilado sin dejar de estar en pie.

De regreso a casa se instal en Nueva York, ahora s como escultor. El trabajo ms temprano de Serra es completamente abstracto; hecho de plomo fundido lanzado contra la pared de un estudio o de un espacio expositivo, un claro ejemplo del process art. Estos sern los aos de formacin antes de encontrar el mundo propio en las grandes estructuras de hierro y acero cortn. Ah se gano el sitio y plant batalla muchas veces.

A finales de los 60, las series Prop y Belts, o la muestra Live Animal Habitat, dan cuenta de la insurreccin escultrica y originalidad de este sujeto, pero era un tiempo en el que estaba tanteando an con las escalas pequeas. El gran salto llega en los 80.

En 1981, Serra instal el Tilted Arc (Arco inclinado), un muro de acero de 3,5 metros de altura curvado suavemente, en una plaza de Nueva York. La pieza desat controversia porque los trabajadores de los edificios que la rodeaban se quejaron por la obstruccin del paso. Una audiencia pblica en 1985 vot a favor de que el trabajo fuera cambiado a otro lugar, pero Serra aleg que la escultura estaba en su sitio especfico y se cre para ese sitio. «Quitar el trabajo sera destruirlo», dijo. Finalmente, el 15 de marzo de 1989, la escultura fue desmontada y trasladada a un parque. Perdi la batalla. Pero eso importa poco. La experiencia que propone Serra obliga a acelerar un cambio. El paso de la exposicin quieta a la exposicin orgnica. Es lo que haba hecho antes, y continu desarrollando despus, con la escultura pblica.

En aquel tiempo, el poderoso galerista estadounidense Leo Castelli ya lo haba fichado para su escudera. El trabajo de Serra empez a sumar entusiasmos. Y llegaron las piezas de ambicin monumental. Un proceso de trabajo que tiene su capilla sixtina en el Museo Guggenheim de Bilbao con la instalacin en el edificio diseado por Frank. O Ghery de la serie de siete esculturas titulada La materia del tiempo. Aqu logr el propsito de reinventar la experiencia de ver arte. Instaladas en la Sala del Pez, 130 metros de largo y 30 de ancho: 3.000 metros cuadrados de superficie, sus piezas viven de otro modo, con la gente al lado y dentro. Hasta entonces, el arte en los museos se miraba a distancia. A la distancia marcada por el permetro de seguridad. No se rozaban, no se tocaban, no se habitaban. Richard Serra rompe no slo la escala, la lgica y la perspectiva. Tambin hace saltar por los aires la relacin espectador/escultura. Hasta el Guggenheim Bilbao no exista un centro en Europa capaz de acoger algo as. l mismo lo dijo: «Considero que el espacio es un material. Todo lo que he hecho ha sido trazar caminos, andar y experimentar el tiempo». Y hacer de ese gesto una potica del lugar que tiene sentido cuando alguien se instala entre las obras convirtiendo la experiencia en la obra misma.

Pero el momento delirante, rocambolesco y algo bufo de la expedicin escultrica de Richard Serra sucede en Madrid. No por que alguna de sus obras desate polmica, sino porque descuadra la risa y la estupefaccin. De un depsito de obras arrendado por el Museo Reina Sofa desapareci una pieza de 36 toneladas que el centro haba adquirido a Serra unos aos antes. La escultura es esta: Equal-Parallel-Guernica-Bengasi. Una sucesin de inoperancias institucionales, desidias musesticas y torpezas incalculables provocaron que aquella obra no se volviese a encontrar. Serra, quiz sobrepasado por la carcajada ante tanta idiocia junta, decidi permitir una reproduccin para que el ridculo fuese algo menos. Ah est expuesta.

Despus de Richard Serra, premio Prncipe de Asturias de las Artes en 2009, el trabajo con acero cortn a escala monumental tiene otra galaxia abierta. Aquel muchacho que aprendi en el hangar catastrfico de una siderurgia ha muerto dejando el arte ms abierto. El creador capaz de dar cuerda a nuestros vrtigos con dos planchas de acero que pasan de ser escoria compactada a mundos sonando a toda infancia, a caja de msica de lo imposible, un desprendido cielo puesto en pie, una lpida lenta, una catedral de antes de la violencia y la escritura. De cuando los metales.

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